La Constitución peruana ha ocupado el espacio del inocente que vive sometido al juzgamiento de los culpables, que se le desecha a pesar de que ha limitado al poder y reconoce los derechos más importantes de todos.
Por Orlando Vignolo. 28 mayo, 2021. Publicado en CorreoNo existe eficiencia pública en nuestros gobernantes, la culpable es la Constitución. Han aumentado los índices de pobreza, se desborda el hambre y la anemia infantil, la responsable es la Constitución. La corrupción pública y privada explotan diariamente como un poco de pus maloliente, pues, claro, la Constitución debe responder. Hay poca distribución de recursos públicos, mucha inequidad e injusticia material; de nuevo, la Constitución es el origen de todos estos problemas.
El centralismo limeño no se ha liquidado, la Constitución no ha hecho su parte. La descentralización administrativa ha fallado, los Gobiernos Regionales no se sabe para qué existen y hay pocas “capacidades instaladas” fuera de la capital; detente: esto es error de la Constitución. Tenemos una función pública informal y sin profesionalizar, la responsable es la Constitución. Los políticos prometen en campaña electoral y nunca cumplen, el diagnóstico es claro: la Constitución no protege a los ciudadanos de estas mentiras y sus pésimas decisiones personales.
Me han robado en la esquina de mi casa, la Constitución debe responder. Se demoran en mis trámites administrativos, hay burocratismo y los funcionarios públicos no son racionales, la Constitución no ha hecho su parte. No existen servicios públicos, no hay prestaciones mínimas y mi ciudad es insalubre, para variar, es de nuevo la deuda pendiente de la Constitución. Faltan “nuevos” derechos en esta vigente Constitución.
El listado puede continuar al infinito y con múltiples posibilidades. Siempre podemos seguir usando una categoría jurídica que nos seque las lágrimas y permita respirar un aire de irresponsabilidad, que nos aleje finalmente de la cruda realidad y nos haga pensar en una permanente refundación. La Constitución peruana ha ocupado el espacio del inocente que vive sometido al juzgamiento de los culpables, que se le desecha a pesar de que ha limitado al poder y reconoce los derechos más importantes de todos.
A pesar de que cumple, desempeñó y seguirá plasmando estos dos propósitos anteriores se la lleva a un patíbulo lleno de verdugos, porque, finalmente, es un buen instrumento y pretexto para exonerar responsabilidades ajenas.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.